Una forma de la inteligencia

Quizá no resulte fácil decir que la victoria en la contraofensiva ucraniana sea una forma de la inteligencia, y que eso es lo que menos le gusta, o le ha gustado siempre, a la Rusia de Putin, a saber, que la inteligencia de Ucrania como pueblo se pudiera desarrollar delante de Rusia y que pudiera ser ejemplo para Rusia. La corrupción del país era la condición necesaria para la no prosperidad, o sea, el agotamiento y agostamiento de toda posibilidad de inteligencia, y para la justificación de su desprecio, un arma de doble filo, como se ve, y donde quizá anidan las controversias internas del país entre los más o menos nacionalistas o entre los más prorrusos y los que no. Esto es, el dilema histórico de resolver la caída y salida de la Unión Soviética y el dilema milenario de encontrar un marco civilizatorio al que pertenecer, en el que encontrar fiabilidad y seguridad, que es el marco donde la inteligencia mejor puede florecer.

Quizá, la posibilidad del despliegue de la inteligencia del país, de todas sus capacidades de invención, creación y desarrollo, dentro de los parámetros democráticos europeos, pueda debilitar dicha controversia interna. Pero no va a estar exenta de la complejidad de resolver su relación con Rusia, ahora o más tarde.

La victoria de la contraofensiva ucraniana en la guerra, más allá de los medios técnicos aportados, es un símbolo, o imagen, o ejemplo, de la inteligencia ucraniana, que se quiere y se alza autónoma de toda directriz rusa, y que, en parte, está confirmando, orientando y sosteniendo la postura europea, occidental.

Resulta más difícil entender que un país, que un Estado soberano, haya de claudicar al uso de la fuerza ajena por cuanto que dicha fuerza supone la respuesta agresiva pero justificada, esto es, natural, a una supuesta honorabilidad traicionada por terceros, esto es, lo antinatural. En cuanto que Ucrania se entienda como víctima propiciatoria, o sea, uso de unos y otros, no sirve siquiera para los defensores de la paz, como si no fuese un lugar, sino solo una idea, esa concepción que deviene de la parte rusa, esa parte que sí es un lugar, con su soberanía, en oposición al otro lugar llamado mítica o técnicamente OTAN.

Pero, aun bajo la duda de que Ucrania no sea lo que es, lo cual solo es una duda moral, existe la posibilidad de que la Ucrania de hoy diga no, diga aquí y ahora, existe la posiblidad de entender que Ucrania puede ser un hecho y no solo una coyuntura, puede ser un país, un estado, con todas sus contradicciones, como el resto, y al mismo tiempo reivindicar su espacio, su soberanía, su futuro, y defenderlo, precisamente frente a una invasión.

Las guerras puede que sean el camino para la paz, pero durante las guerras no suena la lira noble de la paz.

Hay una cosa que quizá Ucrania, la Ucrania de hoy, está superando para todos, y es el miedo a la Rusia de Putin, esa estrategia con la que siempre se ha desenvuelto el Todopoderoso.

La inteligencia como la derrota del miedo.

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